Aprovechando el comunicado de Harvard que manifiesta que la leche y los lácteos no son la fuente de calcio más saludable, agrupamos en este post los principales inconvenientes del consumo de leche.
La leche ha sido considerada un alimento básico en la dieta durante generaciones, sin embargo cada vez está más cuestionado su consumo. Es un excelente alimento, pero sólo para los terneros. La naturaleza no la ha destinado para ser consumida por ninguna otra especie, ellos toman la leche de su madre al nacer hasta máximo dos años de vida y luego se alimentan de otro modo.
La leche de vaca contiene mucha caseína que es necesaria para que el ternero desarrolle huesos grandes, pero en el humano produce una gran cantidad de moco que da como consecuencia catarros, alergias, otitis, trastorno de tiroides y obesidad.
Los niveles de proteína son excesivos para nosotros, pudiendo generar cálculos renales y biliares. Una vaca tarda en crecer 2 años, la leche de vaca aporta hormonas de crecimiento y de asimilación de calcio en cantidades totalmente diferentes a las de un hombre, que tarda en crecer muchos más años.
El ternero tiene 4 estómagos para digerir la leche, el humano sólo uno. La leche de vaca acidifica el organismo debido entre otras cosas por su alto nivel de proteína, fósforo y acumulación de ácido láctico.
El azúcar de la leche (lactosa) es muy difícil de digerir, ya que a partir de los dos años, los intestinos elaboran menos lactasa, una enzima necesaria para absorber y digerir la lactosa. Esta disminución sucede cuando ya no es necesaria la ingestión de la leche materna para el crecimiento. Cuando consumimos leche es muy probable que la lactosa se fermente en los intestinos causando problemas digestivos como hinchazón, gases y otras dificultades serias.
La industrialización ha provocado que la leche que tomamos contenga antibióticos, hormonas y otros medicamentos que son administrados a los animales para mantenerlos con salud. Las historias asociadas al calcio y al consumo de leche son en su mayoría un mito creado por la industria de la leche, quien en su campañas de publicidad dicen que la leche de vaca contiene grandes cantidades de calcio. Estratégicamente también dicen que necesitamos calcio. Estas dos afirmaciones son ciertas, sin embargo, no afirman que consumir leche nos aporte este calcio, esto es porque en realidad no sucede así.
El calcio en la leche se combina con otros minerales, que se encuentran en cantidades excesivas en la leche animal, formando una molécula la mayoría de las veces muy grande para ser absorbida por el intestino humano. En áreas del mundo donde no se consume leche, las enfermedades asociadas con la falta de calcio son casi inexistentes. La osteoporosis y ateroesclerosis son muy raras en culturas donde el consumo de leche es limitado. De hecho, algunos estudios recientes sugieren que la leche y el queso puedan ser los causantes de la osteoporosis ya que las altas cantidades de proteínas en los lácteos provocan que el calcio se separe de los huesos. Mantener los huesos fuertes depende más de prevenir la pérdida de calcio del organismo que de incrementar la ingestión de calcio.
Como alternativa y para incorporar la cantidad diaria de calcio recomendada, existen fuentes vegetales: Vegetales verdes (brócoli, espinaca, acelga, amaranto), frutos secos, legumbres, frutas deshidratadas, avena, quinua, arroz integral, etc.
Este artículo lo ha escrito:
Amparo Vicent
Delegada comercial de Salengei
Especializada en nutrición antienvejecimiento