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El frío y cómo afecta a nuestro organismo

frío

Muchas veces recibimos en nuestro correo, consultas de usuarios en referencia a temas relacionados al uso de nuestros productos en determinadas condiciones. Y ahora con la temporada de frío ya instalada entre nosotros, nos dispondremos a tratar el tema. Es bien sabido que las enfermedades respiratorias están a la cabeza cuando de temperaturas bajas se trata, y es allí donde haremos hincapié en este artículo.

El hombre como especie podría definirse como un mamífero tropical, puesto que su zona de confort térmico se mueve en torno a los 25 y 27°C. En reposo, un hombre adulto que se encuentre en esa zona termo neutral, no requiere producción de calor a través del metabolismo celular ni pérdida del mismo a través del mecanismo de evaporación. El mantenimiento de la temperatura de sus órganos y tejidos internos de manera constante en promedio a los 36,6°C se realiza gracias al funcionamiento del denominado sistema termorregulador autónomo. Este sistema es vital y depende principalmente de la glándula tiroides y el sistema nervioso simpático. (Nota: deben considerarse también las leves fluctuaciones circadianas en torno a 0,5ºC entre el día y la noche).

El sistema termorregulador se compone de diversos y eficientes mecanismos para disipar el calor cuando nos encontramos en ambientes calurosos. Pero ante escenarios de temperaturas muy bajas, la historia es distinta y los mecanismos de conservación del calor se ven bastante más limitados.

 

¿Cómo afecta el frío en nuestro cuerpo?

Para contrarrestar los efectos negativos del frío, el homo sapiens reacciona primeramente de forma refleja con hipertonía muscular progresiva, que, si no revierte la situación, continúa con la contracción involuntaria de los músculos produciendo escalofríos. Si esto aún no es suficiente, debe hurgar entre sus herramientas de comportamiento inteligente, como por ejemplo buscar refugio, proveerse de ropa aislante y/o conseguir fuentes externas de producción de calor. Cuando se ve obligado a permanecer a bajas temperaturas o en condiciones climatológicas desfavorables, su salud y rendimiento pueden verse seriamente afectados. Por ello, cuando los mecanismos que intentan obtener el equilibrio térmico son sobrepasados, se produce el denominado estrés por frío.

Enfermedades tales como gripe, bronquitis y resfriados comunes son típicas de estas épocas cuando los termómetros muestran números menores a 10°C. Pero hoy en día se agrega otra enfermedad a este conteo, la COVID-19. Según un estudio realizado en China en marzo de 2020 por Xie y Zhu titulado “Asociación entre la temperatura ambiente y la infección por COVID-19 en 122 ciudades de China” (http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0048969720317149) demostraron que la temperatura media tenía una relación lineal positiva con el número de casos de COVID-19.

Sin embargo, las temperaturas bajas también podrían afectar nuestra salud de muchas otras formas que tal vez sean menos conocidas. Para comprender mejor el impacto de las bajas temperaturas en nuestra salud, debemos recordar que nuestro cuerpo ante una exposición al frío, reacciona con una seguidilla de diversos cambios, tanto celulares como hormonales, tendientes a mantener la mencionada temperatura en torno a los 36,6°C, propia de los homeotermos.

 

Consecuencias del frío

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Tensión arterial

Algunos de estos cambios se evidencian ante un aumento de la viscosidad de la sangre y de la presión arterial por la elevación de las resistencias periféricas y el consiguiente aumento de la frecuencia cardíaca inicial. Esto se puede comprender mejor a través de una publicación del American Journal of Hypertension que midió la presión arterial media en diez voluntarios varones de 32 años de edad (+/- 2). La presión arterial media aumentó ante la exposición al frío, lo que se asoció con caídas significativas de la temperatura de la piel, la boca y la orina. Estos resultados sugirieron que el aumento de la actividad nerviosa simpática relacionada con el frío pudo contribuir al aumento de la función plaquetaria. Esto podría proporcionar una posible explicación del riesgo de trombosis en climas fríos en la hipertensión esencial (https://doi.org/10.1093/ajh/2.9.724)

Tanto el aumento de la presión arterial, asociado a un aumento de la coagulación de la sangre añade estrés a nuestro organismo, lo que puede derivar en graves problemas de salud.

Cuando las partes más distales de nuestro organismo comienzan a perder temperatura, nuestra sangre aumenta la coagulación, lo que podría ser una de las razones por las que se evidencian más ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares en los días posteriores a temperaturas muy frías. Recordemos que en estas situaciones se deben realizar diagnósticos diferenciales con las poliglobulias de tipo primario, donde su etiopatogenia estaría aparentemente vinculada a la mutación del gen JAK2. (https://www.acpjournals.org/doi/abs/10.7326/0003-4819-152-5-201003020-00008).

 

Sistema inmunitario

El frío excesivo también afecta la capacidad de nuestro cuerpo para combatir las infecciones. Es por ello que, en las semanas posteriores a días de temperaturas más bajas, se observan más casos de infecciones respiratorias. Esto encuentra su explicación en la disminución de la motilidad de los cilios respiratorias ante la exposición al frío y la deshidratación de las mucosas, lo que causaría un descenso proporcional de expulsión de microorganismos patógenos del sistema respiratorio.

 

Esperanza de vida

Pero no todas son malas noticias. Las temperaturas frías también pueden hacer que vivamos más. Dos científicas de la Universidad de California encontraron que al reducir la temperatura central promedio de un grupo especial de nematodos, su vida útil se extendía en un 20%.

https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S096098220900894X

Y aún hay más, en Escandinavia y algunas regiones más septentrionales de Rusia, muchas personas buscan activamente actividades relacionadas con el frío. Se cree que nadar en agua helada durante la temporada invernal provoca maravillas en la salud, y aunque hay algo de ciencia y un poco de mito, los resultados en la salud de esas poblaciones demuestran que podría ser verdad.

Otro estudio diferente realizado en el Departamento de Fisiología Molecular e Integrativa de la Universidad de Michigan, analizó la esperanza de vida de los gusanos expuestos a temperaturas frías. Descubrieron que los gusanos utilizados en el estudio demostraron una respuesta genética que provocó una vida útil más larga. La vía genética identificada en los gusanos como parte de este estudio también se encuentra en personas, lo que significa que el mismo resultado podría extrapolarse a los seres humanos; sin embargo, es necesario realizar más estudios. https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/acel.12658

 

Complementos para mejorar el sistema inmunitario

VITAMINAS Y MINERALES

Nuestra mirada siempre es optimista con respecto a la salud humana y es por eso que siempre ofrecemos los mejores consejos para que los profesionales puedan sentirse seguros de ofrecer a sus pacientes las mejores opciones. Ya hemos hablado en numerosos artículos acerca de la importancia de la complementación con vitamina D debido a su efecto regulador en el sistema inmunológico. Este efecto es especialmente importante durante los meses de frío, ya que se corresponden con una menor exposición a la luz solar. En consonancia con estos estudios, existen otros que advierten a la población acerca de los bajos niveles de esta vitamina en pacientes ingresados en instituciones sanitarias con infección por el virus SARS-CoV-2, causante de la COVID-19.

Una excelente manera de mejorar nuestra inmunidad podría ser complementándonos con determinadas vitaminas, minerales y fitonutrientes como los que os proponemos a continuación.

  • La vitamina C es conocida como un cofactor enzimático y antioxidante esencial para muchas reacciones fisiológicas en el cuerpo, como la producción de hormonas, la síntesis de colágeno y la potenciación inmunitaria. Aunque la evidencia científica nos dice que su papel profiláctico en los resfriados comunes tiene un efecto leve.
  • La equinácea ayuda a estimular la producción de células T. Relacionados con resfriado, estudios muestran que pueden contribuir a reducir la gravedad y la duración si se toma en las primeras semanas del resfrío.
  • El zinc es un oligoelemento esencial que juega un papel importante en el crecimiento, el desarrollo y el mantenimiento de la función inmunológica. La deficiencia de zinc se ha asociado con una mayor susceptibilidad a enfermedades infecciosas, incluidas las infecciones virales. Las poblaciones con deficiencia de zinc tienen un mayor riesgo de contraer infecciones, como el VIH o el VHC.
  • La papaya fermentada según los estudios realizados, ayuda a estimular de forma natural el sistema inmunitario. Se ha demostrado que activa los linfocitos y aumentan la respuesta de los interferones.
  • Vitamina D, otra vitamina liposoluble, que desempeña un papel vital en la modulación de las respuestas inmunitarias tanto innatas como adaptativas. Los datos epidemiológicos han relacionado la deficiencia de vitamina D con una mayor susceptibilidad a las infecciones respiratorias virales agudas. En invierno en la que los rayos solares son escasos, la síntesis de vitamina D en nuestro organismo está reducida, por lo que añadir un complemento a nuestra alimentación resultará muy conveniente.
  • La vitamina A es una vitamina soluble en grasa, que es crucial para mantener la visión, promover el crecimiento y el desarrollo y proteger la integridad del epitelio y la mucosa en el cuerpo. Se sabe que desempeña un papel importante en la mejora de la función inmunitaria y tiene una función reguladora en las respuestas inmunitarias tanto celulares como humorales
  • El selenio es otro oligoelemento que tiene una amplia gama de efectos pleiotrópicos, que van desde los efectos antioxidantes hasta las propiedades antiinflamatorias. Un estado bajo de selenio se ha asociado con un mayor riesgo de mortalidad, una función inmunológica deficiente y un deterioro cognitivo, mientras que una concentración de selenio más alta o la complementación con selenio han mostrado efectos antivirales.
  • El cobre juega un papel crucial en la inmunidad al participar en el desarrollo y diferenciación de las células inmunes.
  • El magnesio desempeña un papel importante en el control de la función inmunológica al ejercer una influencia marcada en la síntesis de inmunoglobulinas, la adherencia de las células inmunitarias, la citólisis dependiente de anticuerpos, la unión de linfocitos de inmunoglobulina M, entre otras funciones.
  • Los β-glucanos representan un grupo heterogéneo de polisacáridos naturales y biológicamente activos que se encuentran en muchos tipos de hongos comestibles, levadura de panadería, cereales y algas, cuyos efectos beneficiosos para la salud se conocen desde la antigüedad. Estos compuestos se pueden tomar por vía oral como complementos alimenticios o como parte de la dieta diaria. Una característica principal de los β-glucanos son sus efectos reguladores sobre la inflamación y función efectoras de diferentes poblaciones de células de inmunidad innata y adaptativa.

Hasta aquí nuestro aporte por el día de hoy. Esperamos que este articulo también haya sido de vuestro interés, y esperamos consultas, dudas y sugerencias en nuestro correo electrónico info@antiagingshop.es o a través de nuestro formulario web. ¡Hasta la próxima!

 

 

Dr. Hernán Sosa

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