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Los Omega-3 y el sistema inmunitario

omega-3

Todos sabemos que las vitaminas A, C, D, y los minerales cobre, selenio y zinc están implicadas en mantener un sistema inmune en condiciones normales. Pero ¿es posible que los omega-3 también contribuyan a la inmunidad? Los omega-3 son ácidos grasos esenciales que, recientemente se ha visto, que pueden ayudar a nuestras defensas. ¿Cómo? Sigue leyendo el post y descubre más.

 

Mecanismos de defensa del organismo

El sistema inmunitario se forma por diversos elementos de nuestro organismo, desde barreras físicas como la piel y mucosas como barreras químicas como el sudor, el pH ácido de las secreciones estomacales. Barreras que nos protegen de agentes extraños como bacterias, virus, hongos, etc.

Si los agentes extraños atraviesan la primera barrera de defensa, el sistema inmunitario pone en marcha otro mecanismo de defensa activa, es decir, la respuesta inmunitaria. El sistema inmune es activada por células específicas para luchar contra estos patógenos liberando al organismo, citoquinas inflamatorias.

Los ácidos grasos pueden influir en la función de las células inflamatorias, y, por tanto, en los procesos inflamatorios

La inflamación es una respuesta biológica que el cuerpo utiliza para defenderse, no sólo de virus, si no también de enfermedades y lesiones. En el sistema inmunitario, el proceso inflamatorio tiene como objetivo destruir los patógenos. Esta inflamación aguda puede causar enrojecimiento, hinchazón, calor, etc. Es una respuesta que no daña excesivamente al organismo, ya que se autolimita y se resuelve rápidamente. Esta autorregulación se consigue con mediadores antiinflamatorios.

Por otro lado, cuando estos mecanismos se descontrolan, aparece la inflamación crónica, es decir, una inflamación patológica que implica una pérdida de tolerancia y/o de procesos reguladores. Es una respuesta mantenida en el tiempo que causa daños irreparables a los tejidos.

Los ácidos grasos pueden influir en la función de las células inflamatorias, y, por tanto, en los procesos inflamatorios. Para que esta inflamación sea la adecuada y esté controlada, la alimentación juega un papel fundamental.

 

Ácidos grasos, dieta e inflamación

Los ácidos grasos poliinsaturados, los conocidos como omega-3, son ácidos grasos esenciales para el organismo y se obtienen a través de la alimentación, ya que el organismo es incapaz de sintetizarlos. Existen tres tipos de omega-3: el ácido alfa-linolénico (ALA), el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA). El ALA es de origen vegetal y fuentes alimentarias puede ser las semillas de chía, linaza; mientras que el EPA y DHA se encuentran principalmente en pescados azules como el salmón, atún, pez espada, entre otros.

Sin embargo, hay otro tipo de ácidos grasos, que son los omega-6 (por ejemplo, el ácido araquidónico) que promueven la producción de prostaglandinas mediadoras de la respuesta inflamatoria.

Los ácidos grasos omega-6 (w-6) y omega-3 (w-3) compiten por la absorción y el metabolismo en el organismo.  Cuando el organismo oxida los w-6 y w-3, generan eicosanoides. Los eicosanoides son potentes reguladores de la respuesta celular en procesos inflamatorios e inmunológicos, actuando sobre el sistema cardiovascular, respiratorio e inmunitario.

La proporción omega-6/omega-3 adecuada sería 2:1. Actualmente consumimos una proporción de 20:1

Según la proporción de los eicosanoides que se producen, depende del sustrato disponible, lo que influye en que la respuesta sea proinflamatoria o antiinflamatoria. La dieta occidental actual hay un consumo excesivo de omega-6 y deficiente en omega-3, con una proporción de 20:1, cuando la proporción adecuada sería 2:1. Si bien hay una mayor afinidad por la serie w-3, la serie w-6 que es la que actualmente predomina, favorece los procesos autoinmunes e inflamatorios. Este patrón alimentario contribuye al desarrollo de patologías de alta prevalencia en la población como enfermedades cardiovasculares y cáncer. Si esto además se le suma un alto consumo de azúcares, que puede causar sobrepeso, obesidad o enfermedades asociadas como diabetes y síndrome metabólico, obtenemos un estado crónico de inflamación.

Es muy importante que se equilibren estos ácidos grasos para disminuir la inflamación crónica y, por tanto, consiguiendo un sistema inmunológico normal y saludable. Así pues, se ha de reducir el consumo de alimentos procesados y aceites de maíz, girasol, de palma y de soja y aumentar el consumo de alimentos ricos en omega-3 como el pescado azul y las semillas de chía.

omega-3

 

Papel de los omega-3 en la inmunidad

Estudios recientes han mostrado el papel de los omega-3 en la salud mostrando importantes efectos en enfermedades cardiovasculares, metabólicas, diabetes tipo II, funciones cognitivas, artritis reumatoide, enfermedad de Crohn, el sistema inmune y trastornos autoinmunes. La evidencia respalda pues, el consumo de estos ácidos grasos como coadyuvantes en el tratamiento de enfermedades inflamatorias crónicas al reducir sus marcadores inflamatorios.

Respecto al sistema inmune, el omega-3 tiene un papel fundamental como inmunomoduladores. Gracias a sus efectos antiinflamatorios son capaces de frenar el efecto de las sustancias que segregan las células inmunitarias cuando hacen frente a los ataques virales y bacterianos. En términos generales, reduce el número de estructuras celulares dañadas y disminuye los marcadores proinflamatorios como las proteínas C reactivas.

El mecanismo de acción se relaciona con la capacidad de modular la expresión de genes, citoquinas y otros compuestos implicados en la inflamación. Por ejemplo, el EPA y DHA:

  • Disminuye la producción de prostraglandinas infamatorias.
  • Intervienen en el flujo de neutrófilos al foco inflamatorio.
  • Son inmunomoduladores, es decir, modulan la intensidad y duración de la respuesta inmune.
  • Regulan la función de neutrófilos y mejoran la fagocitosis.
  • Tienen un papel protector sobre el sistema nervioso, retina, hígado y pulmones ya que contribuyen a inhibir la muerte celular de las células presentes en estos órganos.

 

Omega-3 en enfermedades donde actúa el sistema inmune

Citamos un estudio sobre el efecto de los ácidos grasos omega-3: respuesta inmune y su efecto del cual profundizan el efecto de los omega-3 por su papel protector en las enfermedades en que las respuesta inmune actúa como el asma, la artritis reumatoide, enfermedades inflamatorias intestinales y arteriosclerosis entre otras. En conclusión, los ácidos grasos omega-3 en:

  • Asma: Mejoran la función pulmonar y disminuyen la severidad del asma infantil.
  • Artritis reumatoidea: Contribuyen a retrasar el desarrollo de la enfermedad.
  • Arteriosclerosis: Destaca el papel de vasodilatador y contribuyen a la oxidación de las lipoproteínas LDL.
  • Enfermedades inflamatorias crónicas: Recude la producción de la inflamación causada en la enfermedad de Crohn.

Sin embargo, aun son necesarios más estudios de investigación para establecer dosis recomendadas de w-3 en estas patologías.

ACTIVE INMUNIDAD

 

¿Cómo podemos aumentar el consumo de omega-3?

A través de la alimentación.

  • Pescado azul
  • Nueces
  • Semillas de chía
  • Semillas de lino
  • Complementos alimenticios

Dado que la alimentación es deficiente en omega-3, los complementos alimenticios pueden ser de gran ayuda. Sin embargo, los complementos alimenticios no deben utilizarse como sustitutos de una dieta variada y equilibrada ni de un modo de vida saludable.

Active Inmunidad es un complemento alimenticio rico en Omega-3 EPA (ácido graso eicosapentanoico), vitaminas A, C, D y K, selenio y zinc. Las vitaminas A, C y D, así como el zinc y el selenio contribuyen al funcionamiento normal del sistema inmunológico.

 

Conclusión

En resumen, los ácidos grasos omega-3 contribuyen a reducir la inflamación por tanto son un buen aliado para el funcionamiento del sistema inmunitario. Es importante optimizar la ingesta a través de la alimentación o complementos como Active Inmunidad que pueden contribuir a reforzar el sistema inmune.

 

Miriam Barceló

Dietista / Nutricionista.

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