fbpx

Los efectos indeseables del estrés ¡Alerta con el cortisol!

Uno de los componentes claves para la mejora general de la salud a nivel cerebral es el control del estrés. La tensión emocional, el no dormir bien, la presencia a un evento o las preocupaciones pueden producirnos estrés. El estrés es la sensación que creamos cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles y que suponen un gran esfuerzo mental y emocional. Como respuesta al estrés liberamos cortisol, una hormona producida por la glándula suprarrenal y controlada por el hipotálamo. La liberación de estas hormonas conllevan efectos negativos como aumento de la frecuencia cardíaca, la frecuencia respiratoria, la presión arterial y el metabolismo. Los vasos sanguíneos se ensanchan, las pupilas se dilatan, el hígado libera glucosa y el cuerpo produce sudor para refrescarse. El estrés es una respuesta a situaciones no deseadas  las cuales causan dificultades serias en la persona.

Cuando hay estrés prolongado, el cuerpo segrega cortisol en exceso, y la persona puede sentirse en tensión continua y extremadamente cansada. Además, el sistema inmune se debilita y pueden aparecer síntomas como: Aumento de peso, dolores de cabeza, ansiedad, aumento de la presión arterial, irritabilidad, problemas estomacales, eczemas, asma, problemas de sueño y tristeza. Los altos niveles de cortisol también afectan a los huesos y a los músculos, volviéndose estos frágiles y débiles. Puede aparecer un dolor crónico de espalda que se acentúa con actividades cotidianas así como un cansancio permanente.

Al cortisol también se lo conoce como la hormona que acelera el envejecimiento. La elevación del cortisol se ha visto asociada con la pérdida de memoria. Se ha observado que cuando el cortisol está elevado es más difícil acceder a recuerdos y a información antigua. Conseguiremos disminuir los niveles de cortisol cuando disminuyamos nuestro estrés, sobre todo cuando aprendamos a controlarlo. Para ello todas las técnicas de control mental y de relajación (yoga, tai-chi, ejercicios de respiración, etc.) son de gran ayuda.

Una ingesta baja en calorías se asocia con un aumento del cortisol. Es muy importante estar bien hidratado y una alimentación equilibrada en la que se incluya proteínas de alto valor biológico, alimentos ricos en triptófano (huevos, avena, plátanos, pipas de calabaza, cereales integrales) y pescados azules ricos en ácidos grasos omega 3. Se debe evitar el consumo de café, alcohol y refrescos estimulantes.

Seguir estas pautas dietéticas e intentar dormir 8 horas son fundamentales para equilibrar los niveles de cortisol. No obstante, la solución definitiva para mantener el estrés bajo control y rebajar nuestro malestar, la encontramos en complementos alimenticios adaptogénicos. Los adaptogénicos son sustancias que mejoran la resistencia para adaptarse a situaciones límites causadas por ansiedad, fatiga, sobrecarga mental o traumas, sin alterar el funcionamiento normal del cuerpo. Normalmente son extractos de plantas,  vitaminas o aminoácidos. Entre los más destacados encontramos la Rhodiola, las vitaminas del grupo B, la L-Teanina, la Fosfatidilserina y la Ashwagandha.

Rhodiola: Aumenta la energía física y el rendimiento cognitivo. Aumenta la vitalidad y el bienestar. Se usa para combatir el estrés diario. No tiene ningún efecto estimulante sobre el sistema nervioso.

Vitaminas del grupo B: Estas vitaminas están relacionadas con la respuesta frente al estrés. Aumentan la serotonina, neurotransmisor que juega un rol fundamental en los trastornos del humor.

L-teanina: Aminoácido del té que reduce la producción de neurotransmisores estimulantes y aumenta la de los neurotransmisores relajantes. Mejora el humor y la concentración.

Fosfatidilserina: Es un componentes de los fosfolípidos. Estimula la secreción en el cerebro de dopamina, un neurotransmisor relacionado con la motivación, la satisfacción, el placer, el humor, el aprendizaje y la memoria.

Ashwagandha: Es una planta capaz de aumentar la vitalidad si estamos cansados o deprimidos y a la vez reducir el insomnio por la noche. Disminuye los efectos negativos del estrés y estimula el sistema inmunitario favoreciendo la recuperación.

Ir al contenido