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La intolerancia alimentaria, un mal muy común

Seguro que algún familiar o amigo te ha comentado alguna vez que tiene dolores articulares o dolores de cabeza repentinos, que le aparecen rojeces en la piel, que no duerme bien, que se siente muy cansado, que la noche pasada tuvo palpitaciones o que se resfría muy a menudo. Naturalmente le recomendamos que vaya al médico. Probablemente estos síntomas también los has sufrido tu en alguna ocasión, y bien los has dejado pasar pensando que desaparecerían o bien has tomado medidas. Pocas son las personas y los profesionales, que frente este cuadro de síntomas toman la decisión de hacer un test de intolerancia alimentaria. Hay la tendencia de realizar un test así, únicamente cuando los síntomas están relacionados con el sistema digestivo, es decir, hinchazón, dolor abdominal, diarreas, problemas de peso… El caso es que todas estas manifestaciones físicas pueden girar en torno al mismo problema; la intolerancia alimentaria.

Antes de hablar de ello, vamos a diferenciar alergia de intolerancia.

La alergia es un proceso inmunológico mediado por IgE (inmunoglobulinas E) específicas frente a la proteína del alimento. Su detección se realiza determinando los niveles en el suero de IgE específicas de los alimentos. En el caso de alergia, hay una reacción causa-efecto muy rápida, de forma que la reacción alérgica se manifiesta a las pocas horas de haber ingerido el alimento desencadenante, y las manifestaciones suelen ser clínicamente evidentes: edemas, diarrea, urticaria, eczema, asma, con un cuadro clínico clásico de alergia.

Hay otro grupo de procesos, menos fáciles de detectar, sin una causa-efecto rápida, cuyas manifestaciones patológicas suelen ser menos claras y a veces difíciles de intuir. Nos referimos a la denominada Intolerancia Alimentaria, por la que una determinada persona puede presentar una «sensibilidad» -no una alergia- frente a determinados alimentos.

Los antígenos alimentarios que pueden desencadenar reacciones adversas son proteínas o glucoproteínas resistentes a la hidrólisis ácida del estómago y a la acción de las enzimas digestivas. Estas moléculas son captadas por el epitelio donde son fagocitadas por los macrófagos que hacen la posterior presentación antigénica. En la mayoría de casos este proceso no se produce, pues el organismo no reacciona frente a las proteínas alimentarias como si de un cuerpo extraño se tratara, pero en determinados casos, se produce una sensibilización inmunológica, con la formación de anticuerpos. Estos anticuerpos son las IgA (aparecen en la primera etapa) y las IgG (después de múltiples estímulos).

Las IgG, son de la misma naturaleza de las que se producen frente a proteínas de microorganismos, y que nos confieren la inmunidad adquirida. Su estímulo y producción permanente, es la base científica de la actuación de las vacunas.

Estamos por tanto, ante situaciones en las que determinados alimentos, pueden producir IgG como mecanismo inmunológico, y responder ante nuevas ingestas, de una forma anormal que puede, en determinados casos ser evidente (diarrea o trastornos digestivos), pero en muchos casos sus manifestaciones son insidiosas y difíciles de relacionar con el alimento, precisamente por ser patologías moderadas y de tipo crónico.

Los alimentos más comunes causantes de la intolerancia alimentaria son: la leche de vaca, las nueces, el trigo, la soja, la levadura, el huevo, el gluten y el queso. Pero hay muchísimos más no tan convencionales. Para hacer un diagnóstico 100% fiable, rápido y sencillo, existe Food detective. Food Detective, es un test de intolerancia alimentaria fácil de usar que mide la reacción a 59 alimentos de manera inmediata. Te lo puedes realizar tu mismo y en tan solo 40 minutos sabrás los resultados. Puede ver el producto en nuestra tienda online pulsando aquí.

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